Ciencia que se ocupa de prevenir, diagnosticar y curar
las enfermedades del cuerpo humano. Su objetivo primordial es erradicar la
enfermedad humana, ya sea de forma individual en un solo paciente, o en una
colectividad en la que se ha producido un brote epidémico. Para ésto es
necesario realizar un diagnóstico y pronóstico de la enfermedad,
así como establecer un tratamiento terapéutico en los enfermos que trata. El
diagnóstico o reconocimiento de la enfermedad debe ser lo más completo posible,
lo que exige una precisión pluridimensional, afrontada desde diversos puntos de
vista y, a la vez, individualizada en el paciente, es decir, referida a la forma
clínica y características especiales que definen a la enfermedad en el enfermo
correspondiente. Todo ello posibilitará una mejor predicción del curso de dicha
enfermedad, su gravedad y sus posibilidades de curación. El plan terapéutico
puede ser de muy diversos tipos: tratamiento medicamentoso, quirúrgico,
fisioterapéutico, etc., y en muchos casos, también psicoterapéutico. Todos estos
constituirían los objetivos inmediatos de la medicina asistencial o
clínica.
Sin embargo, el objetivo de la medicina no es sólo
la curación una vez contraída la enfermedad, sino también la prevención de ésta,
para lo cual es la medicina preventiva la encargada de ofrecer los consejos
oportunos sobre higiene, alimentación, actitudes personales, etc.
En los últimos años, la medicina ha progresado de
forma espectacular, hecho al que han contribuido de forma extraordinaria otras
ciencias, como la biología o farmacología. Para la primera, que busca un
conocimiento general de las cosas, es primordial la investigación básica, que
permite que ese conocimiento sea utilizado en la investigación aplicada, es
decir, aquella que busca algo que tenga una utilidad, que sirva para mejorar la
salud u otros aspectos de la vida. Pero el progreso de la medicina no se debe
sólo al desarrollo científico; el desarrollo tecnológico, especialmente en la
última década, ha contribuido de forma notable a los avances médicos. De hecho,
la rápida adquisición de los nuevos conocimientos por parte de los profesionales
de esta ciencia, hace que los textos de medicina que publican en las revistas
científicas caduquen muy rápidamente después de su aparición.
Así, el siglo XX ha asistido al descubrimiento de
vitaminas que curan las enfermedades carenciales, al hallazgo de antibióticos
como la penicilina, a la fabricación de vacunas contra agentes bacterianos muy
específicos, a la inmunización frente a enfermedades víricas, a los avances en
el tratamiento de afecciones endocrinas y metabólicas y, gracias a las
aportaciones de la genética y de la inmunología, se ha progresado mucho en el
campo de los transplantes de tejidos y órganos.
Para la adecuada práctica de la medicina se hace
necesario la existencia de instituciones adecuadas, tales como hospitales y
otros centros públicos de salud, clínicas privadas, centros de planificación
familiar, administrativos, de investigación, etc., todos ellos distribuidos en
diferentes pueblos y ciudades. También son muy importantes los aspectos
relacionados con la educación médica, de modo que cada país posee una serie de
requisitos, determinados por los comités y consejos, para conseguir los títulos
y licencias que hacen posible practicar esta ciencia, aunque en los países
desarrollados suelen ser bastantes similares. Por otra parte, los grandes
avances científicos han llevado a considerar de forma distinta a como se hacía
años atrás, la ética de los médicos en su labor profesional. Una nueva
disciplina denominada bioética se ocupa de estos aspectos y afronta temas
tan discutidos como el mantenimiento de enfermos terminales, la interrupción
voluntaria del embarazo, la manipulación genética que permite elegir el sexo y
otros caracteres de nuestros hijos, o la posibilidad de crear animales
genéticamente idénticos mediante procedimientos de clonación.
Historia de la medicina
En los últimos ciento
cincuenta años la medicina ha pasado a ser dominio de la ciencia; antes de esto,
la curación era cosa de la tradición y la magia, actitudes precientíficas que,
en muchos casos, han persistido hasta nuestros días.
La más primitiva evidencia de la práctica de la
medicina apareció durante la Edad de Piedra, en el período Neolítico, como
prueban algunos cráneos encontrados en excavaciones, que tenían practicadas
perforaciones, presumiblemente para que salieran los espíritus demoníacos; esta
práctica era, y es, llamada trepanación.
Los tratamientos médicos en las culturas primitivas
se encontraban a medio camino entre lo empírico y lo mágico. Los tratamientos
del primer tipo incluían extracciones de sangre (sangrías), dietas, cirugía -por
supuesto muy poco desarrollada-, y la administración de numerosas pociones,
lociones y remedios de hierbas -algunos de los cuales se utilizan también en la
moderna medicina. El segundo tipo de tratamientos se reservaba para las
dolencias más graves; en éstos había que contar con la disponibilidad
propiciatoria de los dioses, y era preciso que una persona -que encarnaba las
figuras del doctor y del sacerdote- realizara rituales especiales con provisión
de amuletos. La práctica de los exorcismos -sacar el diablo del cuerpo, u
obtener la salud por medio de la fe- es aún práctica vigente en determinados
rituales en nuestra sociedad. Otras ciencias empíricas, como la acupuntura o la
homeopatía son también conocidas desde tiempos remotos.
El desarrollo de la ciencia de la medicina comenzó
con la filosofía natural griega. Hipócrates, justamente considerado
en la historia como el padre de la medicina, fue el gran médico de la Antigüedad
clásica, cuyo nombre ha pasado a ser casi sinónimo de todo aquello que implique
o tenga relación con la medicina. Se asocia el término hipocrático,
("juramento de Hipócrates") a códigos de conducta moral que rigen en la
actualidad las pautas de los profesionales de la medicina en su servicio de la
humanidad. Galeno de Pérgamo, una autoridad de
la medicina clásica, ya dejó claros los términos anatomía y
fisiología, y toda la medicina medieval se basaba en los textos del
griego, si bien algo adulterados.
En los siglos XVI y XVII se ponen los cimientos de
la medicina moderna; hombres como Fabricio Vesalius y William Harvey renovaron la
crítica, dieron los primeros pasos en la investigación médica y, tal vez, hayan
sido los más innovadores en medicina preventiva, anestesia y terapia con
medicamentos.
La medicina preventiva se comenzó a practicar en
época medieval cuando los barcos trajeron a Europa la peste negra, y se instauró
la llamada cuarentena, que consistía en el aislamiento de los posibles
afectados durante un período de cuarenta días, al cabo de los cuales, si no se
desarrollaba la enfermedad, las personas podían salir de la nave.
La anatomía ha constituido una de las principales
áreas de estudio a lo largo de toda la historia de la medicina, lo que es
posible apreciar en los estudios iniciados por Aristóteles y Galeno, entre
otros. En la época renacentista destaca la figura de Leonardo da Vinci y,
posteriormente, en el siglo XVII, Marcello Malpighi, que fue el
fundador de la anatomía microscópica.
Estudios más próximos a nosotros fueron las
investigaciones de Edward Jenner sobre vacunación, y
la teoría de los gérmenes en las enfermedades, propuesta por Louis Pasteur y desarrollada por
Robert Koch. Importantes
investigaciones sobre la anestesia y la asepsia, de Joseph Lister, contribuyeron al
avance de la cirugía, y Crawford Long y James Simpson fueron los pioneros
en su uso. Las terapias con drogas tienen un claro origen en los remedios con
hierbas; dos de los descubrimientos más importantes en el siglo XX con respecto
a este campo fueron la insulina (Frederic Banting y Charles Best) y
la penicilina (Alexander Fleming), principios
sobre los que se derivaron todos los antibióticos, la quimioterapia, drogas,
sulfamidas, etc.
En el siglo XX, la medicina ha sufrido una
transformación radical, especialmente en lo que se refiere a la capacidad de
actuación de los profesionales de esta ciencia que, en nuestros días, pueden
curar enfermedades que antes eran mortales, creando unas expectativas de vida
muy grandes. Estos avances se manifiestan en los métodos de diagnóstico, en la
terapéutica médica y quirúrgica, e incluso en la medicina
preventiva. |
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Entre los elementos de
diagnóstico más sofisticados se encuentran las modernas técnicas de
reconstrucción de modelos tridimensionales del cuerpo (tomografías
tradicionales, ecografías, tomografía axial computarizada y resonancia
magnética), además de las visiones directas del interior del organismo
(artroscopia, cirugía endoscópica, cirugía cardíaca teledirigida, etc.). La
exploración mediante analítica bioquímica e imagen permite conocer hoy día
cualquier rincón y reacción del cuerpo humano.
Los avances de la cirugía son también
espectaculares. La utilización del microscopio, el rayo láser como elemento
disector, las técnicas de los transplantes -que han posibilitado salvar miles de
vidas gracias a la implantación de órganos completos (corazón, riñón, hígado...)
en enfermos desahuciados-, las técnicas de cirugía endoscópica, las múltiples y
finísimas intervenciones guiadas sobre áreas muy reducidas del cerebro, e
incluso los ensayos actuales de cirugía robotizada y controlada por ordenador
sin que intervenga prácticamente nada la intervención de la mano humana, sumado
todo ello a mejores suturas, sistemas de hemostasia, de corte y disección, han
creado un panorama muy satisfactorio en la cirugía.
Uno de los campos quirúrgicos más importantes es el
referente al corazón y los grandes vasos. Las técnicas de dilatación de válvulas
(hoy por vía endovenosa), recanalización de coronarias, y otras consecuciones a
corazón abierto, inimaginables hasta hace poco, han posibilitado la continuación
de la vida a numerosos pacientes.
Por desgracia, esos avances de la medicina no se
manifiestan por igual en todos los países del planeta, de tal modo que, aún
existiendo un avance general en todas las ramas de la actuación médica, unos
sectores de la población tienen mejor acceso a ella, y por tanto están mucho
mejor protegidos que otros, especialmente los de países marginados y pobres.
Asignatura pendiente, ya en los albores del siglo XXI, que tienen pendiente
tanto la medicina como los dirigentes políticos que estructuran la dinámica
social y económica del mundo.
Pero todavía la medicina tiene que
enfrentarse a numerosos retos, entre los que se encuentran el cáncer, el
tratamiento de muchas enfermedades mentales como el Parkinson y la enfermedad de
Alzheimer, y numerosas enfermedades infecciosas como la hepatitis y el SIDA
(Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida). Aunque la ciencia ha conseguido
importantes logros en su lucha contra las enfermedades infecciosas, existen
otras para las que no se conoce un método de combate eficaz.
En el caso del SIDA, por ejemplo, aunque la terapia
farmacéutica presenta cada vez mejores resultados, hace tiempo que se intenta
encontrar una vacuna que ponga freno a esta plaga de nuestros días. El virus de
la hepatitis B (VHB), además de producir enfermedades hepáticas, origina una
forma común de cáncer, y es el carcinógeno humano más importante, después del
tabaco. En este sentido, el progreso de la biología molecular del VHB ha
encontrado interesantes aplicaciones médicas, entre las que se encuentran la
prevención de las infecciones por medio de las vacunas. Se han depositado muchas
esperanzas en las nuevas vacunas creadas mediante ingeniería genética, para la
erradicación de este tipo de enfermedades.
El cáncer, por su parte, se trata con muy distintos
métodos según el tipo, pero en la actualidad se sigue buscando un sistema de
inmunoterapia, es decir, un tratamiento que permita incrementar el potencial
innato del sistema inmune, que constituye la principal defensa natural del
cuerpo contra virus y otros invasores extraños, incluido el transplante de
órganos, para eliminar las células cancerosas. Y, en cualquier caso, la
inmunoterapia constituye un buen complemento de los tratamientos ya existentes.
Gracias a las modernas técnicas de bioquímica y genética molecular se ha
abierto un campo enorme de futuras posibilidades para controlar las enfermedades
hereditarias. Existe un proyecto mundial, el Proyecto Genoma, coordinado por
numerosas instituciones y que tiene por objetivo obtener el genoma humano
completo. Los mapas que se obtengan serán de gran valor en investigaciones
acerca de la organización génica y cromosómica, así como en la identificación de
genes implicados en ciertas enfermedades genéticas.
Los progresos médicos prometen más salud en un
futuro, mediante el empleo de nuevas terapias, la manipulación genética, la
construcción de órganos artificiales, el empleo de fármacos de diseño y la
aplicación de otras ingeniosas técnicas para restaurar las funciones orgánicas.
Igualmente se combatirán muchos más agentes infecciosos. No obstante, todos
estos conocimientos deben ser aplicados para permitir una mejor calidad de vida,
y habrá que tener muy en cuenta los aspectos éticos que cada caso
conlleve.
La medicina natural se fundamenta en el empleo de
las plantas medicinales. Durante mucho tiempo los remedios naturales, y
principalmente las plantas medicinales, fueron el principal y único recurso de
que disponía el médico para intentar las curar enfermedades.
El desarrollo científico y tecnológico permite a la
industria farmacéutica y muchos equipos de investigación utilizar y extraer de
las plantas aquellas materias primas necesarias para la fabricación de
medicamentos elaborados. A pesar de ello, todavía en nuestros días no se ha
perdido el uso de estas plantas de forma natural; de hecho, la gente intenta
saber cada vez más sobre la utilización de éstas, sus principios activos y su
aplicación en el tratamiento de diversas enfermedades. Incluso la venta de estos
productos en los herbolarios se ha visto incrementada en los últimos
tiempos.
Muchos especialistas afirman que los remedios a
base de plantas tienen grandes ventajas en comparación con los tratamientos
químicos, debido a que sus principios activos se encuentran biológicamente
equilibrados porque existen sustancias agregadas unas a otras con cierto grado
de dependencia y por sus recíprocas conexiones, de tal forma que éstas no se
acumulan en el organismo y sus efectos contraindicativos son muy limitados. Las
sustancias activas de las plantas medicinales suelen ser principalmente
productos del metabolismo primario, formados gracias a la fotosíntesis, tales
como sacáridos; así como sustancias resultantes del metabolismo secundario,
formadas por asimilación del nitrógeno, entre los que se encuentran aceites
esenciales, resinas y alcaloides.
Son numerosas las técnicas de recolección,
preparación, secado y conservación que permiten utilizar correctamente las
plantas medicinales, pero la manera más sencilla de emplearlas es mediante
infusiones simples o compuestas, o en forma de preparaciones. Sus efectos pueden
ser muy diversos -estimulantes, diuréticos, laxantes, estomacales, antisépticos,
antirreumáticos, digestivos, etc.-, lo que, en ocasiones, depende de cuál sea la
parte de la planta utilizada -hojas, raíces, rizomas, semillas, pétalos, tallos
o frutos-. De todas formas, conviene recordar que como muchas plantas contienen
sustancias venenosas, no deben ser empleadas con ningún fin sin contar con la
opinión y correcta prescripción del médico o farmacéutico. |
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